martes, 15 de junio de 2010

EL ÚLTIMO PASAJERO

El primer día ni lo miré, y al segundo le eché un vistazo. Al tercero ya era costumbre, hasta debo decir que tarareé alguna canción. Luego de una semana ya me sabía su rutina, pero aún no me animaba a darle nada. Dos semanas y seguía con las mismas canciones, debo decir que estaba un poco aburrido ya de escuchar siempre lo mismo, pero de todas formas me gustaban las letras. Tres semanas, me doy cuenta que cambió una de los Rolling por una bastante melancólica y bueno, soy un poco tímido pero de todas formas le di cien pesos y una pregunta, el por qué del cambio de su repertorio.

“Nah’ mi cabro, no se urga, si too en la vida pasa, incluso la misma vida. Uté no sae cuando le llega la pálida y ¡zaz!, le arranca el cabro chico de las manos y se lo lleva onde tatita Dios”

Un leve temblor en la voz me hizo tiritar el corazón. “Muchas gracias mijo, que Dios lo bendiga”, y se bajó en el paradero.

Ya van dos meses y lo he visto crecer. Antes era un simple cantante para mí, pero últimamente hemos cruzado cada vez más palabras simples, pequeñas conversaciones cotidianas. Tiene 51 años y le dicen “el uñeta”, siempre toca con una guitarra remachada y vieja y su voz ronca y rasposa, que le da algo de gracia a ciertas canciones.

Aún puedo recordar el último día que lo vi. Fue en el paradero 14 de la Gran Avenida. Ya era de noche y me pareció raro que aún estuviera cantando. “Hay que juntar lo último compare, mañana me voy a la playita con mi mujer pa‘ pasar unos días relajados”. Disfrutaba`. Era en Abril” cuando abordó por la puerta de en medio, un joven con claras intenciones. Sacó un cuchillo carnicero de su polerón y nos amenazó a todos para entregarle nuestras pertenencias. Me puse pálido, pensé en mi mamá, mis hermanas y mi polola. Y en ese momento, solo pude oír un grito de mujer, una frenada, un guitarrazo y un suspiro que se me quedó grabado en el alma.

Aún llevo una astilla que me recuerda que un simple desconocido que alguna vez miré con desprecio fue capaz de salvarme.
Ahora se sube un cabro que toca armónica súper lindo, y nunca olvido darle cien pesos y una sonrisa.


Fitto Palladio
César Horacio Herrera Lobos

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